martes, 24 de enero de 2012

Veinticuatro de enero; silencio

Aquí estoy una vez más, frente al teclado del ordenador y un archivo en blanco. Blanco brillante, reluciente, casi hiere a la vista. Miles de ideas pasan por mi cabeza; buenas, malas, mediocres, decididamente pobres, demasiado parecidas a cosas que ya se han hecho antes, fantásticas, espectaculares, eróticas, filosóficas, muy descriptivas o demasiado íntimas. Todas pugnando porque diga "tú" y comience a tirar del hilo de esa idea en concreto, y no otra.
Normalmente, esa algarabía de pensamientos me produce alegría. Suele querer decir que mi Musa sigue conmigo, por mucho que se enfadase y silenciase cuando encontré el amor (el de verdad, me refiero). Suele significar, para mí, que estoy haciendo lo correcto. Que el amor y el genio son compatibles, que puedo tener ambos. A mi amor y mi Musa.
Pero hoy todo esto me produce dolor de cabeza. Todo lo que pienso se mezcla con Henry VIII Tudor, con las intrigas cortesanas, con Catalina de Aragón, con Mary y Anne Boleyn, con Jane Seymour, Anne de Cléves, Catherine Howard y  Catherine Parr, Bloody Mary, Elisabeth I y el resto de Tudor. No es que la Historia me disguste, al contrario, estudiar Cultura me apasiona - aunque ir a clase me mata, todo sea dicho - pero he metido demasiadas cosas nuevas en mi cabeza como para seguir insistiendo. No, hasta aquí he llegado por hoy. 
He tenido palabras de sobra, conocimientos, chocolate, besos y aromas del paraíso. Con esto basta por hoy. Ahora solo pido silencio. Silencio para descansar y fijar todo en mi memoria. Las palabras volverán, y con ellas mi Musa. Pero ahora mismo, deseo silencio.
Y descansar.

2 comentarios: