martes, 10 de enero de 2012

Palabras

Comer y al bus. Como siempre. Quién sabe cuántas horas de mi vida pasaré en un autobús. Qué aburrido, qué típico, qué repetitivo. Necesito cosas nuevas. No cuerpos apretujados en un autobús de chapa, como sardinas en su lata, mirando por la ventana, escuchando música, leyendo, todo con tal de no verse unos a otros. Tan aislados, en la sociedad de la comunicación.
Las mujeres, la mayoría impecablemente vestidas; las más jóvenes, impecablemente desaliñadas, con estudiada precisión; una melena revuelta, un pantalón algo roto, pero no es roto, es vintage. Y quién entiende eso.
Y a quién le importa.
Los hombres presentan aún menos variedad; de todas las edades, la elección está entre traje o vaqueros. Con más o menos pelo. Con más o menos barba. Clones.
Me gusta mirar a mi alrededor. Me gusta preguntarme si toda esta gente es consciente de que va a morir, y si en el momento de hacer balance, estarán satisfechos con lo que han hecho de sus vidas, o se preguntarán si pudieron hacer algo más. Porque todos vamos a morir, claro. No importa cómo, ni dónde, ni cuándo. Lo que importa no es cómo mueres, si no cómo has vivido. Algo así dijo Abercrombie. No sé en qué libro. Pero valía mucho la pena.
Bajo la vista, la gente me mira raro. ¿Es por la chupa de cuero? ¿Las botas altas? ¿El pelo corto, que se encrespa en las puntas? ¿El abalorio metálico al final de la trenza? ¿El libro que llevo en las manos, grueso y a todas luces, pesado, que acuno como un tesoro? Me miran como si fuera distinta. Diría que todos somos distintos. Que todos somos especiales.
Pero eso no es más que otra forma de decir que nadie lo es. Así que no soy distinta. No soy especial. Solo pienso de otro modo.
Abro el libro de nuevo. Tiene tantos sueños dentro que no leerlo sería pecado. Es pecado no leer la mayor parte de los libros. Casi todos esconden un secreto. O miles. Y sino, una esperanza para nosotros. Una idea. Un sueño nuevo. 
¿Te cuento un secreto? Yo vivo de libros. La vida no tendría sentido sin palabras, aunque las palabras ya no tengan tanto sentido como antes. Las palabras y la música son lo que da cuerda al mundo. A los sueños. Las palabras, y la música.
Ése es el lenguaje de los sueños. De la vida.
Una palabra. Dos. Tres...
"Callado no es estúpido. ¿Tú? Siempre hablando. Bla bla bla bla bla. - Hizo un movimiento con una mano, imitando una boca que se abre y se cierra -. Siempre. Como un perro que ladra toda la noche a un árbol. Intenta ser grande. No. Solo ruido. Solo perro."
Ya está hecho. Ya me he perdido.
De vuelta a casa.

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