lunes, 16 de enero de 2012

Dieciséis de enero: rutina

Ya se me había olvidado lo aburridas, insoportables, realmente soporíferas, que resultan las clases de Cultura.
Esta mañana me desperté con los ánimos altos; no los perdí ni siquiera ante las miradas de desdén en la parada del bus, donde practicaba - con más empeño que tino - con la armónica. Sobrevivieron al examen de fonética, se redoblaron con la seguridad del aprobado, parecían invencibles durante la hora - tirando a larga -de conversación con mis amigos.
Dos palabras de esta mujer han bastado para echarlos por los suelos. En fin. Hola, rutina. Cuánto te echaba de menos.

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