martes, 17 de enero de 2012

Diecisiete de enero; luces en la niebla.

Hoy el día no ha estado mal. Empezamos con dos horas de gramática, largas, inevitablemente aburridas y repetitivas, pero acabaron. La media hora de descanso la dedicamos a jugar al voley-albal, mis dos amigos y yo, ante las miradas de asombro - de los Erasmus- y desdén - de los "guays"-. Luego, la hora de Cultura. Se ha dignado a darla en Español. Qué alivio, y qué interesante resulta, cuando habla un idioma cuya pronunciación domina.
Volvimos el bus, los mismos tres. Divertido, entretenido, se hace más corto, se nos hace menos solitario. Nos reímos bastante.
El segundo bus, el que cojo sola, fue distinto. Lo llevaba mi primo, me senté delante, para estar cerca de él y hacerle compañía. Intercambiamos cuatro frases corteses, nada más; ni a mí me gusta hablar por hablar, ni a él escuchar tonterías.
La niebla era espesa, impenetrable. Delante, sólo veía luces rojas, luces doradas en lo alto de las farolas, algunas luces verdes de los semáforos. Esa es la imagen que te traigo hoy. Luces perdidas en la niebla.
Al llegar a la parada, por fin, el día cobró su sentido completo. Y aquí acabo. Hay cosas que no son de tu incumbencia. Pero te dejo con el sabor de los besos en los labios. Aunque no sean para ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario