lunes, 27 de febrero de 2012

No tengo ganas de escribir.

Y por lo tanto, no escribo.
La Universidad se está comiendo mi vida, mi tiempo libre, mis ganas de todo. Apenas tengo unos minutos en la parada del autobús, entre trasbordo y trasbordo, para ensayar unas torpes notas con la armónica. Para dejar de lado todo lo impuesto sin imponer. Todo lo que hago por el mañana y que en el exterior, me mata y me destroza.
Pero por dentro, muy en el fondo, me la las fuerzas. Porque va con vistas a un mañana. Rusia, Irlanda, Islandia - a ver la aurora boreal, claro -, Nueva York, Alaska, Jamaica - me deben un viajecito allí-, Hawaii, Nueva Zelanda, Australia - ¡siempre he querido pasar un tiempo en un rancho australiano! A lo cowgirl. Y ver la Gran Barrera de Coral -, la India, Egipto, Grecia, y para acabar, la Toscana.
Por todo eso, sigo adelante. Sin ganas de escribir, ni de salir de la cama. Pero aún así, saco fuerzas de donde no las hay. Porque sabemos que vale la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario